Hans Gross
EL ALUMNO
Desde que era estudiante de derecho Hans Gross se lamentaba de la falta de herramientas que hicieran uso de los conocimientos científicos prácticos para resolver los asuntos criminales.
Él había nacido en 1847 en Graz, una ciudad austriaca caracterizada por una intensa vida académica universitaria, y en su tiempo el pensamiento biologista y determinista impregnaba todas las ideas
En esa época, no había investigadores criminales bien entrenados en las pequeñas ciudades de Austria, y la tarea de indagar los delitos correspondía a los Jueces de Instrucción.
A los 22 años obtuvo su título de abogado y comenzó a trabajar como Juez de Instrucción, primero en una zona industrial siderúrgica, y luego en un distrito agrícola, lo que le permitió conocer diversas clases de hechos criminales.
De ahí que Gross comprobara que la Universidad le había aportado nociones generales de Derecho, pero no había aprendido casi nada sobre cómo establecer los hechos en los que tenía que basar su juicio jurídico.
EL JUEZ
Se puso inmediatamente a cubrir esas carencias de manera autodidacta. Su objetivo era adquirir los conocimientos que le hacían falta, pero también subsanar esta carencia para futuras generaciones de estudiantes de Derecho.
Estudió diversos tratados de física, psicología, medicina y ciencia en general, y con ello desarrolló métodos para el esclarecimiento de delitos. Trabajó con la microscopía y la fotografía, y se interesó en los rayos X que apenas se comenzaban a explorar.
Conversaba todo el tiempo con distintas personas sobre cosas aparentemente insignificantes, para aprenderles algo, y mantener afiladas las facultades inquisitivas y de observación del funcionario judicial.
Gross quería crear una ciencia positiva del crimen, y virar la metodología de la investigación del hecho a los datos que aportaban las evidencias físicas por ser más confiable que el testimonio de testigos.
Estaba convencido de que los Jueces no debían limitarse a conocer los códigos legales, sino que además tenían que poseer una vasta cultura, desde estudiantes, aportada por la ciencia práctica de la investigación, a la cual llamaría criminalística.
EL LIBRO
Veinticuatro años después, el año de su jubilación, publicó el ‘Manual del Juez’, (1893), con “consejos prácticos, para discernir cuando necesita del auxilio de un perito, y en este supuesto, en qué forma habrá utilizar los conocimientos de éste como medio auxiliar”.
Sabiendo que en comunidades pequeñas se carecía frecuentemente de estos especialistas, quería que quedaran por escrito para cualquiera “las enseñanzas bastantes para que el juez adopte en estos casos de urgencia resoluciones acertadas”.
“Nuestra obra no sólo será útil a los jueces de instrucción poco prácticos, sino también a todos cuantos cooperan a la acción judicial, persiguiendo los delincuentes o instruyendo las primeras diligencias sumariales”.
De ahí que el lenguaje utilizado por Hans Gross es inteligible para cualquier persona con educación media, y resulta de lectura muy amena aún hoy. Trata sobre todo tipo de delitos, la naturaleza de los delincuentes y sus métodos.
El libro describe también el “Bolso de la Comisión”, que contiene todos los utensilios necesarios para el procesamiento de la intervención en el lugar de los hechos. Es tanto de Criminalística como de Criminología.
En su metodología, el trabajo en equipo con especialistas en diversas áreas es fundamental. “Sería imposible, sin el auxilio de la experiencia ajena, hallar y aplicar los medios auxiliares, dispersos y escondidos en los múltiples ramos del humano saber”.
El libro superó a todas las obras publicadas hasta el momento en la materia porque llenaba un vacío en distintos sistemas judiciales del mundo, y revolucionó la investigación científica del delito.
Cuando murió Hans Gross en 1915, el libro había sido publicado en siete ediciones y traducido a varios idiomas extranjeros. En México y España se publicó en el año 1900 la versión del juez de primera instancia, Máximo Arredondo.
LA OBRA
Su método científico, conocido bajo el nombre de “Escuela criminológica de Graz”, le hizo famoso en todo el mundo, y los resultados de su trabajo fueron determinantes hasta bien entrado el siglo XX.
Con el mismo entusiasmo, en 1896 Hans Gross recopiló, clasificó y describió una gran variedad y número de objetos relacionados directamente con la labor del juez de instrucción, para crear un Museo y Centro de Formación.
El Ministerio de Educación y Ciencia tardó en aprobar la “criminalística” como asignatura para estudiantes de Derecho, y fue hasta 1912 que se inauguró el Museo Criminológico de la Universidad de Graz para formar a estudiantes, jueces y policías
Se trata de una colección de casos criminales reales, mentalidad de los culpables y sus víctimas, así como corpora delicti como recurso educativo.
Por si fuera poco, también fundó y editó el Archivo de Criminología, una revista que se publicó de forma continua durante más de cien años.
Además, se le considera el padre de la Criminalística porque acuñó el término en 1891 en “Criminal Investigation”, un libro en el que proporciona sus bases teóricas.
“Introdujo a una generación completa de jueces jóvenes en su ciencia de los hechos. Para ellos era menos un maestro que un amigo paternal. Sus libros no están escritos por un maestro pedante, sino que están ilustrados con ejemplos interesantes en cada oportunidad posible.”. Roland Grassberger.
EL PADRE
Con lo que no tuvo éxito Hans Gross fue con su único hijo que, pese a haber tenido una educación privilegiada con tutores y escuelas privadas, o quizá por ello, desarrolló una personalidad muy opuesta a la de su progenitor.
Vegetariano, abstemio, defensor del amor libre, gran amigo de los animales y de artistas como los dadaístas, Otto Gross llegaría a ser un afamado y polémico psicoanalista, de los primeros alumnos descarriados de Freud.
En alguna época vivió en lo que se considera la primera comuna hippie de la historia: Monte Verità donde se rumora realizaba “terapias orgiásticas” para expandir la consciencia. Algunos lo consideran el Padre de la Contracultura.
“Apenas conocí a Otto Gross; pero noté en él la presencia de alguien muy importante,
que por lo menos emergía una mano de entre la muchedumbre ridícula”. Franz Kafka
Al terminar la carrera se embarcó durante seis meses como médico naval, comenzando por aquella época a tener problemas con el consumo de opio, morfina y cocaína, quizás por la facilidad de obtener estos productos del botiquín del barco.
Otto comenzó a padecer brotes psicóticos y, como el buen juez por su casa empieza, en noviembre de 1913 su padre arregló que se ordenara su arresto domiciliario por simpatizar con el movimiento anarquista.
Tras descubrir que su hijo planeaba publicar un artículo en el que lo asociaba a él con el sadismo, logró que en 1914 se le declarara legalmente incompetente y puesto bajo su tutela.
Hans Gross fallecería un año después. Otto a la edad de 43 en 1920: pobre, desnutrido y adicto.